sábado, 24 de mayo de 2008

Policromon

Hace un tiempo me topé con un árbol cargado de frutas de distinto tipo y color. Se destacaban las bananas que pendían de la misma rama que los duraznos. Las manzanas rojas estaban todas en un mismo sector como queriéndo diferenciarse de las verdes, que estaban en el centro. Las uvas caían en manojos desde las puntas, algo para destacar, rosadas y tintas compartían un mismo racimo.
Quise probarlas todas, para eso debí romper con la armonía del árbol tomando las frutas que estaban a mi alcance. Lo hice con la misma delicadeza con la que alguien toma entre sus dedos un vidrio roto, delicadeza que involucra un latir de miedo y de precaución (riguroso en su constancia y ritmo parejo). Antes de probarlas medíté unos minutos acerca del nombre del árbol. ¿Tendría alguno? ¿Habría sido descubierto? ...¿Estaría soñando? De todas maneras supuse que debía ser recordado bajo un nombre y como no lo conocía lo llamé Policromon.

1 comentario:

Unknown dijo...

No puedo evitar perder también yo ante la tentación de tomar uno de esos frutos, otro perpetrador más de la perfección policromática, y encontrarme envuelto como en uno de mis sueños.
Un pequeño paraíso. Una vidriera sin vidrio alguno de verdaderas delicias con envoltorios caleidoscópicos.
Con tu permiso, voy a morder un durazno y a tirarme un rato a leer bajo la sombra del árbol.
Maravilloso lugar el que encontraste, mi amiga. Agradecido por la invitación.

matiù.