sábado, 24 de mayo de 2008

Puntos de referencia

Ya no me envuelve esa frazada exótica, y no es una alegoría. Ya no estoy en la cama y el último lapso del descanso es recuerdo, pero también es proceso. Es mermelada de modorra, pegajosa, empalagosa, pero accesible, fácil en el paladar, exquisitamente ilegal, olvidable rápidamente e inconfesable. Sí, todo eso.
Y ahora esta mañana de tobillos fríos se subleva y me hace pensar que el mundo real es en gran parte incomodidad, urgencia y trabajo desparramado en todas las cosas que tenés que tocar para seguir con el día: la taza, la hornalla en reposo, el fósforo ardiendo tan cerca de la yema, el agua caliente en la pava, el paquete de galletitas absurdamente irrompible y finalmente el dulce. El cuchillo frío lo desparrama y prepara con la espera a tus glándulas salivales para el show. Luego la despedida y pronto el olvido nuevamente.
Lo que seguirá será más trabajo, quizás más frío, calle, ruidos urbanos, cuerpos desayunados y luego de un par de horas el aroma del café de alguien que te mira desde una vidriera como vendiéndotelo. Ofreciéndote un corto período de su vida, un poco de su sensación cálida y agradable. El frío de afuera empaña los vidrios y el mundo que estabas contemplando desaparece como en un acto de magia. Seguir caminando o entrar al café. Seguir caminando seguramente involucre entrar en otro café pero ya sin dudar para pedir ahora ese cortadito insoslayable. Ese acto permisivo de sentarse y sorber ese fuerte brebaje se convierte en una instantánea de Polaroid, así que otra vez al ruedo y a olvidar. Nos queda el trabajo que nos recibe frío y ventoso.
Ahora he olvidado todo lo anterior. Sólo me envuelve lo inmediato, llamadas telefónicas, problemas y soluciones, chistes al paso y sobretodo lápiz y papel. Como en medio de ese torbellino habitual me habla tu voz tan cerquita del oído que logra convertirme en pisapapeles donde no hay viento, un completo inútil. Y la sonrisa para qué, me pregunto, si a través del teléfono no se ve. Ahí termina todo o tal vez empiece, es lo mismo. Un poco más de olvido y a sumergirme otra vez en lo que no tiene sentido.
Urge en mi estómago una necesidad de algo que no me deja continuar. Sigue siendo responsabilidad, labor, debo trasladarme hasta el lugar adonde me alimentaré. Acá estoy otra vez, de este lado. El aroma supo transportarme nuevamente y agradezco infinitamente gozar de sentidos como el olfato. El acto de comer ocurre mecánicamente. No es un manjar de reyes, pero estoy satisfecho, el vapor de la comida caliente es una bendición. Un poco más de agua y ya está. El olvido entra en juego.
Más tarde, camino por la calle y nada parece desencajarme del cuadro. Un color más o menos no hace a la diferencia, eso me da la sensación de que soy insignificante, y lo peor, tengo la certeza de que todos se sienten igual, lo que me da la pauta de que encima somos todos iguales. Ahí va, el tiempo acaba de prolongarse en un ritardando inesperado, la imagen deja su chatura de lado y se vuelve fabulosamente tridimensional. Es el sol el responsable de teñir de amarillo a la plaza, el audio se modifica y los sonidos se vuelven incomprensibles por su desmedida lentitud. Tarde o temprano la imagen se termina, mis pasos no van a tempo y el disfrute se acorta considerablemente.
Luego de varias horas, vuelvo a casa ansiando algo que sí recuerdo. El té de frutas. El té es una de las pocas cosas que provoco porque recuerdo que me otorga otra espacialidad, otro tiempo, otra dimensión podría decirse. A veces creo que el trabajo no es trabajo, pero me doy cuenta de la verdad cuando transito por cualquiera de estos puntos de referencia. Me traslado por el día con la ayuda de estas lianas, de estas sogas empapadas necesariamente de olvido para que siempre aparezcan como vírgenes, de la nada.

1 comentario:

karma dijo...

tu existencialismo diario es digno de un bet seller. La vida misma nos da letra todo el tiempo ininterrumpidamente hasta cuando estamos en silencio. Sigue asi con tus sanas costumbres de explorar y traducir para todos tu tiempo en este particular y curioso universo.
McCartney